Las religiosas de la tercera edad en las congregaciones religiosas en México: acercamiento exploratorio y cualitativo

H Brenda T Hernández Valdés HMIG, Carlos Leyva, P. Luis Fernando Falcó MSpS (coordinador)

Mayo 2022

Antecedente y objetivo

Se presenta el reporte de investigación del acercamiento sociológico, sistemático, exploratorio y cualitativo a la realidad de las mujeres religiosas, adultas mayores, en institutos de vida consagrada en México hoy. Se pretende conocer las condiciones en que ellas viven los procesos de envejecimiento y cuáles son sus necesidades, tanto las más apremiantes como las emergentes, para que accedan como grupo a procesos de envejecimiento cualitativamente más sanos.

Esta es una investigación en proceso, auspiciada por Hilton Foundation, para encontrar el mejor modo de apoyar a las hermanas mayores que forman parte de la vida religiosa femenina en México, que se realiza simultáneamente en varios países de Africa y próximamente en India, así como antes se realizó en USA (SOAR, 2020). En México el estudio lo está realizando, desde agosto de 2021, un equipo de tres miembros, una religiosa psicóloga, un religioso sociólogo y un historiador laico, apoyados por un comité asesor local de expertos. Se realiza en colaboración con un equipo internacional, coordinado por el equipo directivo del centro de investigación CARA (Center for the Applied Research for the Apostolate), en la Universidad de Georgetown, en Washington, D.C., USA.

El interés de este trabajo es al mismo tiempo, práctico y de relevancia eclesial y organizacional significativa.

  • La finalidad primera y más práctica tiene que ver con reconocer las condiciones en que se viven los procesos de envejecimiento en los institutos religiosos femeninos; particularmente cómo viven las religiosas de la tercera edad. Interesa encontrar los mejores modos de sostener a las mayores, primero como deber ineludible de solidaridad social y de caridad cristiana.
  • También tiene que ver con la construcción del futuro de los institutos religiosos femeninos. Es decir, para descubrir los mejores modos para preservar las fuerzas vivas de los institutos, que buscan seguir siendo vigentes en espacios de vida y misión que cambian constantemente.
  • Desde el punto de vista organizacional, el caso de los institutos de vida consagrada, permiten explorar y visibilizar las vías de adaptación de estas organizaciones en decrecimiento a nuevas condiciones que les permitan mantener su aporte a través del tiempos cambiantes e inciertos. El tema de los procesos de envejecimiento entre los consagrados es un asunto que, a pesar de ser dominante en las congregaciones dista mucho de ser abordado de manera sistemática. Se está colaborando a construir una comprensión de los procesos de envejecimiento y atención a la salud más comprehensivos, para una vivencia más saludable y creativa sociocultural y religiosa.

Justificación

Los procesos de envejecimiento como fenómeno de grandes sectores de la población son de relevancia creciente en países que experimentan una transición demográfica como ocurre en México y en general en sociedades occidentales más desarrolladas. El bono demográfico, de mayoría de jóvenes entre 15 y 29 años, que se observó en México a finales del siglo XX y en los primeros años del siglo XXI, se desvanece entrada la segunda década del siglo. En 20 años han aumentado en 5% los adultos mayores, lo que representa más de 5 millones de nuevos adultos mayores, habitantes del país. La tendencia es la misma que, desde hace 50 años, experimentan las sociedades altamente desarrolladas, aunque quizás a un ritmo menos pronunciado por los elementos culturales tradicionales que siguen influyendo en México.

La investigación sociocultural y médica, tanto en política pública en salud como en geriatría, se pregunta por los mejores modelos de atención de la tercera edad, tiene amplia producción para establecer estándares de prevención y de mejor atención en los países emergentes como México y aparecen nuevos elementos constantemente.

Más precisamente, la vida religiosa lleva más de 50 años experimentando un fenómeno combinado de escasez de relevos y con el otro factor concomitante, de tener que encarar como gran parte de su personal experimenta procesos de envejecimiento y por tanto se disminuye la fuerza pastoral y la capacidad de encarar nuevos retos. En los países altamente seculares el resultado ha sido el decrecimiento constante y pronunciado de los recursos humanos en los institutos religiosos; mientras que en los países de América Latina el proceso tiene la misma tendencia, aunque los números aparentan no cambiar demasiado y se esfuerzan por mantener las obras, con costos muy significativos.

Los datos del Anuario Pontificio 2020, puntualizan que en 2019 la tendencia descendente en la vida religiosa femenina es definida. Globalmente ha decrecido de 630, 099 a 619,546 en 2020; lo que significa una reducción general de -1.7%. Además, mientras los números de religiosas han crecido ligeramente en Asia y Africa, en el continente americano, considerado como en conjunto el descenso es de -2.8%.

A pesar de ello, la vida consagrada femenina en México, ha sido desatenta reflexivamente de este fenómeno que la afecta masiva y crecientemente. De modo que este acercamiento no sólo busca conocer números o datos desconectados de la vida, sino colaborar a la “construcción social de la vejez y del envejecimiento en la vida religiosa” como un concepto amplio, reflexivo, capaz de relacionarse con estándares de calidad aceptados en el mundo y de elaborar categorías para vivir procesos de envejecimiento saludables, asumidos personal e institucionalmente y también que sirva como insumo para una teología y una espiritualidad adecuada y propicia a una vida consagrada que tiene que lidiar con la vejez y también tiene que seguirse renovando en profecía, reserva de evangelio para sociedades plagadas de incertidumbre.

Nota metodológica de la investigación

La investigación se planteó desde el inicio como un acercamiento sociodemográfico que permitiera:

    • aproximarse a realidad numérica de los institutos de vida consagrada en México, para desde allí conocer a distribución etaria de las religiosas en sus institutos, con especial atención tanto a las más jóvenes tanto como a las hermanas mayores.
    • Conocer las prácticas de gestión y atención más comunes para atender a las religiosas ancianas y enfermas en los institutos.
    • Las maneras en que las mismas religiosas dentro de sus institutos tanto las responsables institucionales como otras religiosas, entienden las mejores formas de atender a las mayores.

Por eso se eligió combinar dos tipos de instrumentos de recolección de la información empírica producida por las congregaciones y monasterios: una encuesta amplia, respecto de condiciones sociodemográficas como de prácticas y de gestión y atención de las hermanas, que respondieran en cada jurisdicción, y luego algunos grupos focales con responsables institucionales y otras hermanas que ayudaran a observar cómo se interpreta este fenómeno.

La investigación busco asociarse y ponerse al servicio de la CIRM (Conferencia de Superiores Mayores de Institutos Religiosos en México), pues es la instancia asociativa de la vida consagrada con mayor legitimidad en el país, por su capacidad de convocación y porque de esta instancia se han construido múltiples iniciativas productivas al servicio de la vida consagrada. También se buscó el apoyo del Secretario Ejecutivo de la Dimensión de vida consagrada de la Comisión de Ministerios y Vocaciones de la CEM, que fue de valiosa ayuda para acercar la investigación, sobre todo, la encuesta a las comunidades religiosas más afincadas en lo local, para que la investigación adquiriera legitimidad, para una serie de comunidades y superioras inicialmente desconfiadas de que se preguntaran datos tan personales.

En la CIRM se tienen registros de 295 institutos de vida consagrada. Mientras que las respuestas que se recibieron en nuestra encuesta fueron en total 220, incluyendo un número de comunidades de derecho diocesano que no suelen estar asociadas en la CIRM. De esas se completaron 161 respuestas que fueron útiles para la indagación exploratoria sobre los datos [Se anexa los nombres de los institutos de vida consagrada que participaron en la encuesta]. Esas 161 respuestas completas, de 200 recibidas, representan el 54% de todos los institutos reunidos en la CIRM. Sin duda, se trata de una respuesta suficiente y amplia que asegura que las respuestas sean altamente representativas de la realidad de la vida consagrada en México.

A pesar de que los institutos de vida consagrada de Derecho Diocesano, son según el Secretario Ejecutivo [1]de la Dimensión, más de 300, sólo respondieron 21 comunidades- Es posible que esa baja participación responda a que estas comunidades de Derecho Diocesano dependen muy significativamente de los vicarios diocesanos y del interés o falta de interés de ellos en participar en la investigación.

[1] P. René Alberto Carrera MSpS

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El análisis, a partir de la encuesta elaborada por el equipo y presentada en la plataforma Qualtrics, buscó explorar una hipótesis fundamental que fue acogida a partir de la investigación realizada en Estados Unidos y que aquí parecía también relevante: las congregaciones con menos de 100 miembros se encuentran usualmente en condiciones de mayor precariedad en cuanto a la atención a las mayores y enfermas y la prevención en los procesos de envejecimiento dentro de la comunidad. Además, lo numérico ya hace una distinción significativa: El 61% de los institutos tienen menos de 100 miembros de votos perpetuos.

De modo que, según la hipótesis por comprobarse, entre más pequeño sea el instituto, los recursos para atender un envejecimiento saludable son menores. La mayoría de las variables exploradas se probaron desde la perspectiva de institutos (congregaciones, provincias o delegaciones de congregaciones o monasterio) mayores y menores de cien miembros.

El análisis no sólo revisa las frecuencias en las variables para saber si se cumple la hipótesis sino elabora una serie de cruces de variables y regresiones simples que permiten ver en qué medida se cumplen las condiciones de ocurrencia de los fenómenos asentados.

La exploración estadística y las variables ha considerado los 70 años como la edad a partir de la cual una hermana religiosa es considerada mayor, y comenzando a requerir cuidados especiales.

Una mirada a los orígenes

Origen es destino, en más de un sentido, tanto en la vida individual como en la institucional. Los institutos de vida religiosa no quedan fuera de este especie de impronta o sello que los orígenes les dan a su configuración en las décadas por venir. Los institutos de vida religiosa que participan en esta investigación y por tanto, buena parte de la vida religiosa en México, es fundamentalmente nacida en México en la primera mitad del siglo XX. De las 100 comunidades fundadas en México, 74 lo fueron en el siglo XX, la mayoría en la primera mitad del siglo.

Esta mayoría se trata de institutos usualmente bien arraigados en la cultura puesto que son nacionales, sobre todo, las que están afincados en ciertas zonas del país y a veces, con especial arraigo en determinados estados o regiones. Estos suelen ser institutos nacidos en un contexto religioso de restauración religiosa como lo fue la de los primeros 30 años del siglo XX, tiempo de persecución, con espiritualidad notablemente adherida a la jerarquía, de corte pietista, más bien conservadoras en lo religioso, moral y en lo social; eso sí, con una impresionante capacidad de penetración en el territorio.

Estas suelen ser congregaciones que nacieron o crecieron al amparo del ímpetu de defender la fe con la vida que movilizó a amplias capas de la sociedad a oponerse al gobierno “anticatólico y masón” el régimen de la Revolución, deseoso de desterrar la fe católica de México. Esa defensa de lo católico, adhesión a la jerarquía, al culto y a lo sacramental, se vincula con la reticencia al cambio y a los nuevos enfoques teológicos y hace a estas comunidades difíciles para incorporar las nuevas perspectivas teológicas posconciliares, que han penetrado la vida religiosa femenina en las sociedades desarrolladas, aún de América Latina. No es extraño que en este contexto institucional tan alimentado por las culturas de las zonas rurales conservadoras domine una perspectiva del envejecimiento más del lado del esfuerzo, el sacrificio, del tipo, ser mujeres hechas a no pedir nada para sí mismas, como se ha encontrado como cierta tendencia que domina el panorama entre las religiosas de más edad.

Exploración demográfica

La edad promedio de las religiosas en México es 62 años; en ello se muestra el ritmo en que las congregaciones religiosas envejecen. El “cuerpo” de la vida religiosa en su conjunto entra a la tercera edad, cuando los apremios de salud comienzan a hacerse urgencias impostergables. Con más detalle, la investigación, permite observar las dimensiones reales del envejecimiento: 7 de cada 10 religiosas son mayores de 50 años, fuera ya del rango de juventud y casi 4 de cada diez son mayores de 70 años. [Gráfico], teniendo en consideración que la expectativa de vida de las Mujeres en México es de 77 años. Se evidencia, por lo tanto, que los institutos estarán experimentando procesos de rápido decrecimiento numérico en muy pocos años; mientras que ahora, en el muy corto plazo, se sostienen y sostienen muchas de sus obras y servicios ejerciendo una presión de sacrificio sobre las mayores, foco del interés de esta investigación. Cómo se hace visible esa presión sobre las hermanas, no nombrada, pero perceptible es parte del foco de este informe. 

Ya que se toman los 70 años como la edad a partir de la cual se reconoce la ancianidad entre religiosas, conviene mirar con más cuidado la distribución de este grupo en los institutos de vida consagrada. Cuántas congregaciones tienen más de la mitad de hermanas con al menos 70 años: El 27% de los institutos sí tienen más de 50% de miembros con al menos 70 años; mientras que el 73% restante, no llega a tener la mitad de los miembros con 70 años.  Si se modifica el parámetro para preguntar cuántos institutos tienen al menos el 25% de sus miembros con 70 años, entonces su proporción aumenta muy significativamente hasta 63% y los que tienen menos del 25% con miembros de 70 años hacia arriba, el porcentaje se reduce hasta el 37%. Estos números permiten decir que únicamente este 37% de los institutos son realmente jóvenes, pues sólo una cuarta parte de ellos tienen el 25% de hermanas de más de 70 años. Esas congregaciones están en posibilidad de atender a esa proporción menor de mayores al mismo tiempo que son capaces de sostener las obras. El 27% de institutos con más de las mitad de hermanas con 70 años o más, experimentan un presión muy intensa de parte de sus mayores para tener los cuidados necesarios.

Para completar esta perspectiva de la edad dentro de la vida consagrada femenina convendrá mirar a los institutos desde la otra atalaya; la de las hermanas en plenitud de fuerzas, entre 30 y 50 años. El panorama luce complicado. Las tablas son elocuentes:

Lo que los datos permiten ver la misma realidad desde la perspectiva complementaria. Es decir, que sólo el 10% de los institutos son definidamente jóvenes, pues tienen más del 50% de sus miembros entre 30 y 50 años. Los demás escapan esta clasificación. El 59% de los institutos, tiene menos del 20% de hermanas entre, los mismos, 30 y 50 años. Aún más, el 5% de los institutos no tienen hermanas entre 30 y 50 años, acusando un envejecimiento muy notable. En conjunto, los institutos vistos también desde esta perspectiva, se observa que 6 de cada 10 institutos ya deben lidiar definidamente con los problemas del envejecimiento en muy buena parte de su personal. Para entrar con más detalle a los datos, se aplicó una correlación simple entre congregaciones mayores y menores para observar en cuáles el envejecimiento es más significativo, el resultado permite observar que cuanto mayor es la edad media de la congregación, mayor es el número de hermanas de votos perpetuos. En cambio, en los monasterios la correlación aparece negativa; es decir, cuanto mayor es la edad media del monasterio, menor es el número de hermanas con votos perpetuos. Este dato que puede aparece confuso significa que las congregaciones generalmente crecieron en la mitad del Siglo XX y ahora el grupo grande de hermanas están envejeciendo, que entraron en torno a los primeros años del posconcilio, son las que están envejeciendo.

 En los monasterios, solo aquellas comunidades muy pequeñas tienen un promedio de edad alto son las que tienen promedio de edad alto. En general los monasterios en México tienen mayor crecimiento que las congregaciones o son de más reciente fundación que las Congregaciones.

Las nuevas vocaciones en los institutos femeninos de vida consagrada

La necesidad de vocaciones en los institutos de vida religiosa en general y en particular en los de mujeres son apremiantes. Un observador externo a simple vista se dará cuenta que escasean las nuevas vocaciones en los institutos frente a la cantidad mucho mayor de hermanas de edad mediana y mayores. Los datos recolectados por la encuesta afirman que el porcentaje de nuevas vocaciones en el 2021, es mínimo frente a lo que se necesita. Las Aspirantes en este ciclo 2021 – 2022 apenas representan el 2.1% del total de hermanas y las postulantes son el 1.7% del total de miembros.  De modo que entre aspirantes y postulantes suman el 3.8% del total de hermanas.[2]  De todos modos, y sin contar, hasta ahora con la tasa de abandono, estos ingresos estarán lejos de disminuir la tendencia al descenso. Cuando se comparan estos magros ingresos entre institutos con más de 100 miembros y con menos de 100, los resultados son, en alguna medida sorpresivos.

[2] Habrá que considerar que en algunas congregaciones sólo hay postulantes y no aspirantes y en algunas otras se suman, las aspirantes más las postulantes.

Lo que la comparación muestra es que las comunidades de menor tamaño (> a 100) tienen mejores porcentajes de ingreso, para el año 2021. Pues mientras de mayor numero (< 100) han tienen aspirantes y postulantes, que representan el 3.3%, las de menos de 100, tiene un porcentaje marginalmente mayor (5%). Quizás esto se deba a dos factores: por un lado a que es probable que un grupo de las menores sean monasterios, que tienen mayor crecimiento y a que posiblemente representen comunidades de más reciente fundación y de personal más joven. Esos factores suelen ser de peso en el tema de atraer nuevas vocaciones; ahora se verá con más detalle.

Mirando este panorama de las nuevas vocaciones con más detalle, conviene precisar que: este ritmo de captación de vocaciones hará imposible revertir el ritmo de descenso. Mientras sólo 5 congregaciones que ingresaron más de 15 candidatas en el año; por el otro lado, hay 24 congregaciones que carecieron completamente de aspirantes y /o postulantes según lo expresaron.  En el caso de los monasterios, de todos los que reportaron información en la encuesta: más de la mitad de ellos no tuvieron ingresos, y sólo dos monasterios tuvieron ingresos entre 11 y 20 candidatas.

Cuando la observación se dirige a las hermanas de votos temporales en congregaciones y monasterios los datos son llamativos y difícilmente suscitan esperanza: el 70% de las congregaciones encuestadas tienen menos de 10 hermanas de votos temporales, y 24% institutos no tienen ninguna hermana de votos temporales. En el caso de los monasterios que suelen ser más pequeños que las congregaciones, los datos son también llamativos, pues 23 monasterios de los 52 que participaron no tienen hermanas de votos temporales; sus perspectivas de crecimiento se reducen notablemente. La perspectiva más amplia en el caso de los monasterios es que la gran mayoría, 90% de los monasterios tienen menos de 10 hermanas de votos temporales.

Fue muy importante el ejercicio proyectivo que se realizó sobre cómo estarán numéricamente los institutos mexicanos en el plazo de 10 y 20 años. El ejercicio de proyección estadística se realizó bajo estos supuestos: Los % de entradas se toman de datos de esta encuesta y se consideran en conjunto, en base a datos propios, que solo el 25% de esos nuevos miembros perseverarán en sus comunidades. Mientras que los datos de mortalidad provienen de las estimaciones de la CNSF 2013[3], que es una referencia habitual para calcular la mortalidad en México. Además se hizo comparando, como en otros casos, los institutos de >100 miembros y los de institutos <100 miembros. Los datos son interesantes [copiar las cuatro tablas de las estimaciones]

La proyección ha resultado muy útil porque permite hacerse una imagen de lo que ocurrirá con las congregaciones, si todos los datos se mantienen más o menos constantes. Los institutos menores a 100 miembros en el lapso de 10 años se mantendrán más o menos bajo las mismas condiciones, aun experimentando un muy leve crecimiento; parecería a quien observe con poco detalle que la realidad de las congregaciones no se mueve; porque siguen siendo más o menos los mismos números de hermanas. Sin embargo, el dato de la previsión para 20 años evidencia que la comunidad al no crecer sólo está agudizando su tendencia al decrecimiento. Ese relativo largo plazo de 20 años, sí muestra a estos institutos más pequeños reduciéndose en una proporción de 9%, entrando en una curva descendente difícil de revertir.  Lo mismo y aun más notable ocurre con los institutos de más de 100 miembros, pues en el plazo de 10 años, apenas decrecerán en -1%, mientras que en el relativo mediano plazo de 20 años, sí estarán mostrando datos muy notables de decrecimiento, hasta en un 17%

[3] Comisión Nacional de Seguros y Fianzas

II. Las hermanas mayores y enfermas en congregaciones y monasterios

Ya se ha visto que el panorama demográfico de los institutos religiosos femeninos es de una notable prevalencia de mayores. Ahora el reporte procede a mostrar cuáles son las condiciones concretas en que viven las hermanas mayores y enfermas dentro de sus congregaciones en México.

¿En que tipo de comunidad y con qué dedicación se encuentra una hermana mayor de 70 años?

Solo una cuarta parte de los ancianas o Hermanas enfermas (26%) viven en comunidades totalmente dedicadas a su cuidado. Mientras que el 38% de ellas todavía están dedicadas a actividades ministeriales. Por otro lado, un tercio de las Hermanas Mayores se dice que están jubiladas (32%) y que viven en comunidades de pastoral. Queda la pregunta sobre qué tan adecuado es el cuidado y acompañamiento que se les brinda en este tipo de comunidades. En esta lógica también llama la atención que al comparar a las comunidades de >100 y <100, respecto a cómo se distribuyen las mayores por tipo de comunidad, resalta un dato. El porcentaje de hermanas que están bajo cuidados o en condición de franco retiro son un 10% más numerosas entre las comunidades de más de 100 miembros (26%) mientras que en las de menos de 100 miembros descienden significativamente (16%). Las causas pueden ser variadas. Entre ellas: que el personal es más escaso y que las mayores tienen “necesidad” de seguir trabajando aun en condiciones precarias; pero, también puede referirse a que son comunidades más jóvenes y por tanto son menos las hermanas que están en esa condición y no les es posible tenerlas en casas específicas para su cuidado.

Ha sido muy reveladora la pregunta por los motivos o señales que evidencian que una hermana requiere entrar a cuidados especiales. Lo más común es que la hermana tenga repetidos fracasos en las actividades pastorales, sufra accidentes, ya no puede trabajar y se agrava su enfermedad (en el 41% de los casos). Junto con ello y para hacerlo más dramático, lo más frecuente (50% de los casos) es que las superioras sean las que perciben esta condición y no precisamente la hermana mayor la que da a saberlo. No pocas veces la hermana mayor trata de mantenerse sin “dar a saber” sus enfermedades; sólo el agravamiento las pone en condición de retiro. Las hermanas difícilmente conciben la jubilación como una alternativa sabia y saludable para continuar la vida en la ancianidad.

Respecto al lugar de habitación de las mayores, especialmente, si se cuenta con casas especialmente equipadas para el cuidado de las mayores, se hizo la comparación entre congregaciones mayores y menores de 100. Los resultados son congruentes con lo que se ha venido evidenciando: el 85% de las comunidades más grandes, si cuentan con este tipo de casas, mientras que sólo el 60% de las de menor número de miembros las tienen. En el caso de los monasterios, se nota la misma tendencia: sólo el 10% de los monasterios cuentan con edificios específicos para la atención especial de las ancianas y enfermas. Cuando se aplicado una regresión simple a estas dos variables, queda evidenciado que cuanto mayor sea el número de hermanas en la Congregación, mayor será el número de casas con espacios específicamente habilitados para ofrecer atención a hermanas mayores y/o enfermas.

Una de las razones por las que hermanas mayores y en condición de enfermedad no deseen ir a casas especialmente habilitadas para su atención es que estén aisladas del resto de las comunidades del instituto. Lejanas y sin movilidad, es posible que, además de otros factores, también se le tema al aislamiento físico y afectivo. Los datos muestran que las casas de mayores y enfermas tienen distintas ubicaciones; y no aparece una ubicación dominante, ni en congregaciones mayores a 100 miembros ni en las menores a 100. El 45%, tiene ubicadas esas casas en otra ciudad, ya sea cercana o lejana, mientras que casi la mitad (44%) están en la misma ciudad o en la misma colonia. Eso indica que no hay una tendencia definida en cuanto a dicha ubicación. Sin embargo, las comunidades de mayores que están cerca de otras comunidades del instituto, tienen mayores posibilidades de prosperar generando bienestar.

¿Tienen baño en la habitación las hermanas mayores y enfermas y camas especializadas?

Buscando precisar con más detalle las condiciones en las que viven las hermanas, se preguntó por los baños en las habitaciones con que contaban las casas donde habitan las mayores, pues más allá de los estilos de cada comunidad, contar con un baño en la habitación es un asunto de comodidad básica para una hermana anciana o enferma. Comparando congregaciones de más y menos de 100 miembros, es significativo que el 46% de las Congregaciones de menos de 100 miembros no dispone de habitaciones con baño específico para Hermanas Mayores o enfermas, mientras que en comunidades más numerosas, solo el 17% no tiene esa facilidad. Cuanto mayor sea el número de Hermanas en la congregación mayor será el número de habitaciones con baño.

En el caso de la atención a mayores y enfermas la cama especializada puede ser un punto decisivo para su mejor recuperación y o agravamiento. La habilitación de estas casas donde viven las mayores no es halagüeña, porque 4 de cada 10 congregaciones no tienen camas especializadas disponibles para Hermanas en situación de ser cuidadas, a pesar de que las necesidades son crecientes. Aún más, hay una diferencia muy significativa en la disposición de camas especializadas entre congregaciones y monasterios. Mientras que el 43% de las congregaciones tienen hasta 10 camas disponibles, sólo 4 monasterios (8%) tienen ese tipo de habilitación. Las congregaciones que tienen menos de 100 hermanas tienen más problemas para tener al menos una cama habilitado para la atención de enfermas. Casi la tercera parte de las congregaciones con menos de 100 miembros no tienen camas especialmente habilitadas. La correlación estadística resulta moderadamente positiva. Es decir, puede decirse que, en la mayoría de los casos, entre mayor sea el número de hermanas en la congregación, mayor es el número de camas para personas enfermas o con discapacidad. La explicación, además de lo referente a los recursos, puede tener que ver con que cuando los casos de hermanas mayores y enfermas se están dando con frecuencia, es más fácil que la institución se prevenga con las camas especializadas que muy probablemente se están o estarán usando.

¿Existen equipos interdisciplinarios para la atención de las hermanas?

Los avances que se han conseguido en la atención geriátrica sugiere la integración de equipos interdisciplinares, que incluyan asesoría de enfermeras, médicos internistas, geriatras, psicólogos, psiquiatras, fisioterapeutas, odontólogos. Contar con esos equipos significaría que se está buscando la excelencia en esta atención. La realidad es que tanto las congregaciones con más miembros como las que tienen menos, difícilmente tienen equipos que las asesoren en la atención a las hermanas mayores. Casi el 80% de las comunidades <100 miembros no tienen asesoría alguna, mientras que, el 60% de las comunidades >100, tampoco tienen asesorías. Junto con ello, el 87% de los monasterios tampoco tienen ninguna asesoría en la atención a las mayores.

La conciencia creciente de las necesidades de atención de las mayores es compartidas por muchas instancias eclesiales, hace más posible y necesario que las congregaciones puedan tener asesoría de instancias de vida religiosa o eclesiales o privadas. Según los datos de la encuesta es reducido el porcentaje de congregaciones que reciben ayuda de instancias eclesiales, de vida religiosa o sociales para profesionalizar o dar atención más cualificada a las mayores. Los institutos >100, sólo tienen esa asesoría de alguna instancias eclesial, ya de su congregación o diocesana o de una instancia profesional, el 20%; mientras que en los institutos >100 hermanas y los monasterios, sólo el 8% tienen este tipo de ayuda.

La vida cotidiana de las hermanas mayores y en condiciones de cuidado especial

¿Hay equipos formados por hermanas y cuidadoras asignadas al servicio de ofrecer cuidados y calidad de vida a las hermanas mayores?

En la práctica cotidiana, quiénes asumen los cuidado y la integración de los servicios en una casa con hermanas mayores y enfermas es decisivo. Estas personas o equipos son el rostro más visible que ofrece atención de alta o baja calidad, con empatía y tino, o careciendo de ello. Más de la mitad de las congregaciones más numerosas tienen equipos de cuidadoras junto a varias Hermanas, para asumir la atención de las hermanas mayores (61%). En las congregaciones de menor tamaño sólo un 28% cuenta con ello. De modo que mientras más pequeña sea la congregación, será más difícil encontrar equipos con cuidadoras. Lo mismo sucede con los monasterios.  Puede suponerse fácilmente que cuando las comunidades no tienen cuidadoras contratadas al servicio de las mayores, la tarea recae sólo sobre una o varias Hermanas, quienes no pocas veces se viven, ellas mismas, rebasadas y con desgaste excesivo por la carga de trabajo que les excede.

La atención espiritual de las hermanas mayores o enfermas

La vida espiritual, el vínculo con Dios, ha sido la motivación central de una religiosa; debería ser su sostenimiento en la aridez y al pasar por los duelos propios de la enfermedad y de la edad provecta. Sería importante que este aspecto estuviera suficientemente atendido en las casas formadas especialmente formadas por enfermas y mayores. Los datos permiten observar que la gran mayoría de las Congregaciones de más de 100 miembros y de los monasterios cuentan usualmente con estos medios espirituales: sacramentos de la eucaristía y la confesión junto con dirección espiritual de fácil acceso y constante; mientras que las Congregaciones con menos de 100 miembros sólo el 54% cuenta con estas ayudas completas y constantes. Si no se cuenta con El sostenimiento espiritual que es soporte fundamental para que el tránsito de la edad mayor y la enfermedad sea fuente de fortaleza y sentido, es más posible que las actitudes defensivas y depresivas se extiendan entre las hermanas.

¿Existe interacción de las hermanas mayores con otras personas fuera de la comunidad: alternativas de presencia pastoral y posibilidad de recibir visitas de fieles interesados y de familiares?

El tránsito de la vejez o la enfermedad puede volverse dramático entre las religiosas por el aislamiento implicado, cuando la cercanía con otras personas ha alimentado la vida de la religiosa a lo largo de toda la vida. Cuando la situación de retiro puede estar alimentada por las presencias pastorales simbólicas, por el encuentro con fieles que las valoran y con la propia familia, la ancianidad o enfermedad recibe consuelo y puede experimentarse como fuente de fecundidad. Casi la mitad de las Congregaciones tienen alternativas de presencia pastoral para las mayores (44%). Más de la mitad (54%) pueden recibir visitas de fieles. Aun siendo casi la mitad quienes cuentan con estas alternativas falta otro tanto de promoverlo como fuente de bienestar. Los monasterios están más restringidas en recibir visitas de fieles pues sólo el 40% lo permite.  Casi todas las comunidades están dispuestas para recibir visitas de familia (87%).

¿Existen alternativas ocupacionales para la rehabilitación y la prevención?

La vida religiosa suele validarse por el trabajo realizado. La enfermedad o el retiro se hace más difíciles de asumir cuando supone gran inactividad. La falta de actividad y la carencia de actividades suele vivirse dramáticamente. Sólo la mitad de las congregaciones mayores ofrece actividad ocupacional programada y terapéutica. Y el 62% de las congregaciones más pequeñas carece de este recurso. En el caso de los monasterios sólo el 17% dicen ofrecer terapia ocupacional que rehabilita o previene el deterioro. Tendría que pensarse que el bienestar de una persona anciana o enferma no reside sólo en las condiciones materiales, sino también en las condiciones que permitan experimentar la propia vida en relación y con un propósito. Este sigue siendo, también, una asignatura pendiente de la atención ofrecida a las hermanas mayores.

La atención médica de rutina y la atención psicológica a las hermanas en los institutos religiosos

Si bien la enfermedad y los desgaste de salud se visibilizan en signos, síntomas, y desgastes naturales a lo largo de la vida, también es cierto que son una serie de procesos que deben reconocerse y atenderse desde muchos años antes, como parte de los cuidados preventivos que inician varias décadas antes de la ancianidad. Por eso se preguntó a los institutos si acostumbran o incentivan que las hermanas acudan a chequeos médicos con regularidad. Una estrategia de prevención es pilar de una ancianidad saludable. Casi el 100% de las Hermanas suelen asistir a revisiones médicas, pero, sólo cuando aparecen los síntomas o signos de enfermedad. Eso ocurre más en las congregaciones, mientras que en los monasterios es algo menos frecuente (87%). También se afirma que en tres cuartas partes de las congregaciones, las hermanas pueden solicitar este tipo de revisiones o de chequeos preventivas cuando llegan a ser adultas mayores (78%): mientras que en el caso de los monasterios, el 58% de las comunidades abren esta posibilidad. Sin embargo, únicamente la tercera parte de las Congregaciones (36%) convocan a sus hermanas a momentos o periodos de Formación Permanente, en los que se proveen chequeos médicos de rutina y apenas la cuarta parte de los monasterio hace este tipo de convocaciones para las hermanas (25%). Eso significa que la prevención y cuidado previo de la salud está lejos de ser una cultura en la vida religiosa femenina. Más bien, la práctica es responder a eventos emergentes, a los padecimientos cuando aparecen; cuando quizás, las posibilidades de mejora se reducen y los recursos implicados se hacen mucho mayores.

La atención psicológica y psiquiátrica es una recurso altamente deseable y con frecuencia indispensable para enfrentar con éxito los trances de la enfermedad y el envejecimiento. Con la ayuda de la herramienta psicológica y psiquiátrica es más probable que estas dificultades en las religiosas mayores o enfermas tengan resoluciones más rápidas y creativas, y que los duelos puedan ser transitados de mejor manera. Sin embargo, únicamente la tercera parte de las Congregaciones acceden usualmente a esta atención psicológica y/o psiquiátrica (36%), mientras que más de la mitad de las comunidades no utiliza regularmente el auxilio psicológico – psiquiátrico para las Hermanas en esta condición (56%). En los monasterios la utilización de estas ayuda psicológicas o psiquiátrica es más infrecuente todavía. Pues sólo el 19% de las comunidades lo utiliza como un recurso habitual, mientras que el 73%, no lo hace. Ciertamente las comunidades utilizan el recurso y la tecnología psicológico – psiquiátrica, pero de modo extraordinario, en el 68% de los institutos, y en el 52% de los monasterios. De modo que, como herramienta para ayudar a las mayores y enfermas, la tecnología psicológica sigue siendo escasa para ayudar a transitar por la ancianidad y sus duelos.

Políticas y estrategias de atención a las mayores y enfermas

La encuesta ha preguntado a los institutos por las políticas y estrategias de atención a las mayores y enfermas, elaboradas por expertos, con participación de las hermanas, formuladas explícitamente y evaluadas oportunamente. Es indispensable preguntárselo cuando la población mayor y enferma de estas congregaciones crece sostenidamente. De modo que cuando se cuenta con políticas y estrategias para atender a los Mayores, éstas se elaboran con participación de las mismas religiosas; y además, éstas se formulan explícitamente y están sujetas a revisión, entonces éstas tienen más posibilidades de éxito, de mejora constante y permanencia en el tiempo. El contar con estas políticas y estrategias formuladas con asesoría de expertos y evaluadas oportunamente únicamente ocurre en el 13% de las congregaciones y en el 4% de los monasterios.

Aún más, el que estas políticas estén explícitamente formuladas, sólo ocurre en sólo el 20% de las Congregaciones y el 8% de los Monasterios. Mientras que sólo el 19% de las Congregaciones y el 8% de los Monasterios las tienen formuladas explícitamente. La realidad es que no hay políticas formuladas explícitamente. Más bien, 3 de 4 congregaciones y monasterios reconocen que la formulación de políticas de atención y cuidado de la salud es algo inexistente, y que más bien se responde conforme aparecen los casos. De modo que, la improvisación, la falta de políticas y de sistematización facilita notablemente que se decida al vapor, se desperdicien recursos y se repitan los errores una y otra vez; finalmente incentiva el desánimo en las Mayores.

Las políticas y estrategias financieras para la atención de las mayores y enfermas: tener un plan congregacional de ahorro y capitalización progresiva de recursos

Como es evidente el cuidado de la salud en las personas mayores tiene a la base la necesidad de invertir importantes recursos económicos. La atención a las hermanas mayores significa inversión de altas cantidades de recursos financieros, de los que carecen los Institutos. No se puede acceder a éstos sin una cuidadosa elaboración y seguimiento de estrategias financieras. Los datos de la encuesta revelan que sólo el 28% de las congregaciones y apenas el 4% de los Monasterios tienen estas estrategias con planes definidos de capitalización. Además, únicamente el 14% de las congregaciones y el 2% de los monasterios llevan 20 años enfocados en estos proyectos. Mas bien,  el hecho es que el 72% de las congregaciones apenas están percibiendo la urgencia de implementar las estrategias de capitalización y la mitad de los monasterios ni siquiera han dado los primeros pasos.

La falta de un plan financiero para la atención médica hace que más del 70% de los monasterios resuelvan sus emergencias en cuanto aparecen. Mientras que el 54% de las congregaciones lo hacen sin planeación y previsión financiera. Sin planes de capitalización financiera la atención se seguirá complicando en los años por venir.

Se seguirá complicando porque la experiencia de los institutos es que aumenta el % de los ingresos que se utilizan en cuidado y atención de las mayores. Los % de gastos de las Congregaciones para atender a mayores están creciendo y absorbiendo cada vez más ingresos de las congregaciones. El 50% gasta entre 25% y 60% de su presupuesto en cuidado de la salud de este contingente de mayores que aumenta sostenidamente. Un 18% de congregaciones dicen que gastan entre 60% y 75% en estos gastos de salud. En cambio los monasterios al ser grupos más jóvenes, solo el 30% de las comunidades destina entre 25 % y 40% de su presupuesto anual a esta atención. Como sea el panorama tiende a agravarse en el mediano plazo.

La atención médica y los fondos congregacionales para la salud y prevención

En el mismo sentido, de los gastos y la previsión de la salud de las mayores, la investigación preguntó si las comunidades tienen alguna cobertura que proteja los gastos médicos mayores, aquéllos muy altos por enfermedades o intervenciones quirúrgicas. La falta de planeación o de estrategias para la atención durante la enfermedad o vejez provoca que los fondos congregacionales sean escasos, Apenas el 6% de los institutos cuentan con coberturas de salud. Más del 25% de las congregaciones acuden a la atención médica del IMSS o ISSTE, mientras que apenas el 8% de los monasterios lo tiene. Los monasterios acuden en su mayoría a la atención médica gratuita (INSABI), y el 20% no cuenta con ninguna cobertura; lo que los hace más vulnerables ante las situaciones emergentes.

Concluyendo

Las comunidades religiosas menores de 100 miembros tienen condiciones más desfavorables

Como se ha visto a lo largo del informe, las condiciones de precariedad en la atención a las hermanas mayores se extienden a un alto porcentaje de institutos y comunidades femeninas en México; sin embargo, la hipótesis inicial se comprueba cabalmente. Son los institutos religiosos con menos de 100 miembros aquellos cuyos recursos para enfrentar la emergencia creciente de salud, son más precarios, porque, sobre todo,

  • tienen menos espacios, casas y edificios, especialmente destinados a cuidar de las hermanas mayores.
  • Sus casas tienen menos equipamiento especial en sus casas, específicamente cuartos con baño propio y tienen menos habitaciones con camas especializadas para enfermas.
  • Tienen menos equipos formados por cuidadoras y otros personal especializado y los cuidados los enfrentan más directamente una o algunas hermanas.
  • Cuentan con menos recursos para acceder a chequeos médicos de rutina y a atención psicológica y psiquiátrica especializada.
  • Porque suelen tener menos formulas explícitamente las políticas y estrategias de atención a la salud y al envejecimiento saludable. Además de que suelen carecer de asesoría en estos rubros.
  • Porque es más improbable que hubieran previsto la formación de fondos congregacionales o del monasterio, con ahorro de largo plazo, para cubrirse ante gastos médicos mayores.
  • Tienen menos posibilidades de contar con un fondo o con coberturas privadas y aun públicas para atender los gastos imprevistos en salud.

Las comunidades menos numerosas, sin embargo, en contraparte, tienen una situación de envejecimiento menos agudizada; tanto los monasterios como las nuevas fundaciones suelen tener grupos más jóvenes, con menor peso de mayores y enfermas.

Además las comunidades de menos de cien miembros, paradójicamente, son las que tienen un porcentajes de nuevos ingresos que, sin dejar de ser precarios, un poco más numerosos.

Para concluir

Puede decirse como un dato entre encomiable y no ausente de dramatismo que, muchos institutos se sostienen sobre la generosidad y el sacrificio, pero, también sobre la presión y la resistencia física y espiritual de las mayores, que siguen “al pie del cañón”.

La gran necesidad que emerge de esta toma de conciencia es la de despertar a una cultura de la prevención de la salud y del envejecimiento saludable; ese es un imperativo no postergable. Se requiere con urgencia esfuerzos en cada congregación e intercongregacionales para planear estrategias de prevención y educación hacia un envejecimiento saludable y creativo, comenzando con la propuesta que nace de esta investigación, de modo que se procuren soluciones de corto y mediano plazo para enfrentar la carencia tan importante de recursos que hoy se observa en la vida religiosa femenina en México para entender a las mayores y para atender la prevención de salud de las que no son de la tercera edad.

Los retos de las congregaciones femeninas respecto a la atención a las hermanas mayores son impresionantes, como se ha visto en este informe y además aumentan con rapidez. Pero, también llama la atención, como emerge una esperanza renovada cuando las congregaciones y monasterios en México han hecho una reflexión común, sostenida en las posibilidades de que muchos de estos retos puedan ser abordados a través de iniciativas intercongregacionales que no solamente resuelvan los problemas de corto plazo sino que nos abran a caminos de construir y vivir una ancianidad saludable y creativa, más sabia, evangélica y esperanzada; así como corresponde a cualquier ciudadano de edad mayor tratado dignamente, y sobre todo, así como corresponde a quienes viven la vocación a la vida religiosa, por cuanto es profecía del alegría del Reino de Dios en todas las circunstancias y épocas de la vida.